domingo, 3 de julio de 2011

VERDAD: urgente necesidad



En tiempos más recientes, la ausencia de verdad se ha hecho más evidente y más dolorosa. ¡Cuánto mentimos! ¡Cuánto nos mentimos! para sostener una fachada de cartón piedra que encaje en la realidad ficticia en la que vive la mayor parte de la sociedad.


Ciertamente, los velos se han adelgazado, las membranas de luz que rodean al Tercer Ojo, se descorren y nuestra “visión” está más activa, camino a la perfección, y nos enfrenta con una realidad que muchas veces nos oprime el pecho (Chackra Cardíaco, cofre de nuestro ser emocional) o nos da un puñetazo en el Plexo Solar (filtro de emociones).


Dios Padre Madre nos regalará pronto la oportunidad de vivir la realidad verdadera como lo hizo el Señor Gautama, cuando  alcanzó la Iluminación: “AQUÍ ESTÁ LA VERDAD QUE YO DESEO, Y ESTA ES LA VERDAD EN LA CUAL VIVIRÉ.”


En Metafísica, se enseña invocar a la Maestra Ascendida Pallas Athenea, en cualquier situación donde se necesite que la Verdad se muestre. Se pide a Pallas Athenea que cubra con su Manto Verde de Verdad.


LA VERDAD QUE DESEO (de Rubén Cedeño)
Si La presencia de la Verdad “…es lo que con más afán quieres realizar y estás dispuesto a superar las dificultades, purificaciones y pruebas, para poder seguir adelante con ellas, puedes afirmar lo que dijo el Señor Gautama al llegar la Esfera Verde: “Aquí está la Verdad que Yo deseo, y esta es la Verdad en la cual viviré”.


A veces no se está preparado para una Enseñanza tan noble, buena y pura como la de los Maestros, pero por la aceleración planetaria, a muchos individuos de condiciones no muy deseables se les da la oportunidad de recibirla. No solo eso, sino a muchos se les da la especial oportunidad para comunicar la Enseñanza Espiritual, aunque ese ser todavía manipule la mentira, maltrate a personas y no sea fiel ni siquiera a la misma Enseñanza que comunica. Pero se le da este privilegio, porque la vibración de la Enseñanza misma comienza a purificar a quien la tiene, y esto sucede confrontando errores, aunque esto le cause cierto desasosiego. Si la persona que utiliza la Enseñanza se niega a purificarse, a veces, después de haber cumplido ciertas funciones necesarias para su expansión, la Enseñanza misma lo expulsa.


Para nadie es agradable saber de sus faltas; cuando las oye, generalmente las niega, aunque sabe en su interior que son ciertas; pero el orgullo del “yo personal” no le permite aceptarlas, y esto indudablemente retrasa el proceso de purificación y ascensión. A veces, en el fragor de confrontaciones, el individuo al cual la Diosa de la Oportunidad la ha dado la ocasión de recibir algo que todavía no le correspondía, decide, como producto de su ignorancia, mente nublada, sin conocimiento certero de lo que hace y le pasa, decidir: “Me cambio de línea discipular”, “Me voy”, “Sigo solo”.


Muchas personas se sienten capaces de asumir las riendas de conducir su propia alma y las de otros sin estar preparadas, ignorando que es una de las labores espirituales más difíciles, de mayores responsabilidades, más grande y de mucho cuidado que existen en todo el universo. Así, al individuo que no estaba preparado, ni siquiera para recibir el privilegio de ser aceptado en las filas de esta noble instrucción como simple estudiante, por creerse más de lo que es y querer asumir lo que no puede, le viene el fracaso más grande de su encarnación, aunque no lo quiera aceptar y se valga de artimañas mentales para creer que todo le irá bien. Esto no es asunto de aplicar el poder mental; esto supera el cumplimiento de determinadas leyes y es regido por otras. Es allí, en esta difícil prueba, donde la afirmación del Señor Gautama hace falta y hay que decir: “Aquí está la Verdad que Yo deseo, y esta es la Verdad en la cual viviré”.


Algunas personas, a causa de la dispensación que hay, encuentran un buen facilitador, fácil, que no les cobra, que no les exige nada, que solo les da sin pretender nada, pero así como lo consiguen, lo dejan y desprecian. No ven en la pantalla cósmica de la vida, que conseguir un buen Facilitador y una Enseñanza limpia no es fácil, es un privilegio que se debe conservar y agradecer de por vida. Por eso hay que afirmar, como el Gautama: “Aquí está la Verdad que Yo deseo, y esta es la Verdad en la cual viviré”.


A veces, para continuar en “la Verdad que se desea”, cuando hay situaciones aparentemente adversas, pruebas que superar, confusiones para desenvolver el discernimiento, confrontaciones para crecer, y desavenencias para desarrollar la transmutación, hay que tomar la actitud de alma, de pedir Perdón. Pero no el perdón de chocolate que se derrite ante las primeras tibiezas del fragor de la transformación, sino ese perdón que inclina la rodilla del arrepentimiento profundo. No se pueden evadir las confrontaciones, cuando el facilitador o Maestro llega, señala lo que hay que superar y se retira. Luego de esto, se culpa al facilitador de que cada vez que viene, causa problemas. 


Una persona no ocasiona problemas porque los descubra y señale. Para enfrentar los propios errores se necesita valor, humildad, mucha fuerza de voluntad, y es necesario darse cuenta de que no se tiene la razón, y que por el bien del Alma, hay que deponer actitudes. Si ha habido separación, debemos volver humildemente con aquel que nos señaló ciertas faltas y que nos sirvió, dando sin exigencias lo que más deseábamos; que abrió las puertas de un paraíso que ni siquiera sospechábamos que existía; aquel quien, en lontananza, no tiene par con nadie más que hayamos conocido físicamente en la vida. 


Tener la Enseñanza cuesta, y mucho; lo que pasa es que muchas veces otros han pagado el precio del esfuerzo por ponerla delante de ti en palabras fáciles, bien editadas, explicadas de forma sencilla, y eso hay que agradecerlo, tiene un valor inconmensurable. Si vas ha hacer lo contrario del Señor Gautama, no viviendo más con la Enseñanza que con tanto amor has recibido, ¡piénsalo! Otros ya lo pensaron, no se han ido, o han regresado, y no se han arrepentido de quedarse y superar; han llegado lejos. 


En la Vivencia Espiritual no se llega a la meta dando la espalda, abandonando, renunciando a lo que hay que superar, sino afrontando, transmutando, pidiendo perdón y siguiendo. De esta forma, se podrá decir, como el Señor Gautama cuando en el logro de su Iluminación llegó a la Esfera Verde del Aura de Dios: Ingresé a la Quinta Esfera, en donde mora la Llama de la Verdad de Dios y pensé: ‘Aquí está la Verdad que Yo deseo, y esta es la Verdad en la cual viviré’. Yo debería aprender todo lo que está aquí y llevarlo de vuelta a los hombres”.


En su blog Fénix Proyectos, la Dra. Pérez Romero, publica estos comentarios con respecto a la mentira:

¿POR QUÉ MENTIMOS?

Paul Ekman jerarquiza las causas:

1. PARA EVITAR UN CASTIGO.
Detrás de las mentiras más graves existe la amenaza de un daño significativo si la mentira es descubierta como tal, ya sea la pérdida de libertad, dinero, un trabajo, una relación, la reputación, e incluso la vida. Solamente en tales casos, en que el mentiroso sería severamente castigado de saberse la verdad, la sobrecarga emocional hace que las mentiras sean detectables en la conducta y el aspecto (léase, expresión facial, movimiento corporal, mirada, voz o palabras) La falsedad tiene por objeto ocultar el premio o beneficio que el mentiroso obtiene de la conducta en que ha incurrido al violar una norma legal o una legítima expectativa.

2. PARA PROTEGER A ALGUIEN.
Cuando no queremos que nuestros seres queridos o cercanos resulten castigados. Aun cuando no estemos de acuerdo con la conducta de esas personas, es probable que las “cubramos” planteándosenos entonces cuál es el límite ético de nuestra decisión. También cabe reflexionar aquí sobre el silencio, la información brindada espontáneamente o aquella reservada hasta el momento de responder una pregunta específica. Y finalmente surge aquí un tema vinculado con nuestros parámetros educativos, mientras que convocamos a los niños pequeños a decir la verdad, los reprendemos explícita o implícitamente cuando incurren en delaciones…

3. PARA PROTEGERNOS DE PELIGROS.
No se trata acá de evitar castigo alguno, sino de situaciones completamente diversas. Por ejemplo, cuando enseñamos a nuestros hijos que si llaman a la puerta nunca digan que están solos por más que así sea, sino que papá o mamá están en el teléfono, o cualquier otra excusa para de este modo minimizar riesgos de ataques u otros delitos. Son mentiras autoprotectivas.

4. PARA GANAR LA ADMIRACIÓN DE LOS DEMÁS.
Muy común entre los niños, pero también frecuente entre los adolescentes y aún entre adultos. Se trata de mentiras asociadas con la autoimagen.

5. PARA RESGUARDAR NUESTRA PRIVACIDAD DE UN MODO MÁS CORTÉS.
Por ejemplo, puede sernos más sencillo mentir acerca de con quién estábamos hablando por teléfono que exclamar asertivamente “es privado!”

6. PARA DISFRUTAR DEL DESAFÍO.
A manera de un testeo del propio poder personal. Los chicos en determinado momento pueden mentirles a sus padres por el propio placer de chequear hasta qué punto pueden hacerlo. Los adultos pueden disfrutar de la sensación de poder que les brinda estar a cargo del manejo de la información.

7. PARA EVITAR SITUACIONES INCÓMODAS.
Son las clásicas mentiras blancas de la vida cotidiana. Decir que nuestra babysitter no estaba disponible para no asistir a una reunión que anticipamos aburrida, argumentar que estábamos saliendo como excusa para cortar rápidamente un llamado telefónico

8. PARA SER CORTESES.
“Gracias por la hermosa velada” (aunque nos hayamos aburrido a más no poder), “se te ve fantástica” y otras por el estilo. En realidad no son éstas más mentiras que aquellas en que incurrimos jugando al póker, representando un papel en una obra teatral o pidiendo por nuestra casa un valor de venta superior a aquel al cual estamos dispuestos a vender. En todos estos casos el destinatario de la mentira ni siquiera espera la verdad.

CÓMO SE FILTRAN LAS MENTIRAS

 

PRIMERA CAUSA: CARGA EMOCIONAL IMPORTANTE
Las mentiras triviales son fáciles de decir y difíciles de detectar ya que no hay mucho en juego y por ende el lenguaje corporal no suele traicionar. En cambio, cuando realmente existen factores de importancia relacionados con la mentira, el lenguaje corporal lo delatará. Las mentiras que tratan de enmascarar emociones intensas son las más difíciles de ocultar ya que cualquiera sea la emoción, ella genera pequeñas modificaciones involuntarias en la expresión facial, postura, voz y mirada imposibles de controlar satisfactoria y completamente. Al mismo tiempo, la carga aplicada al esfuerzo de disimular los signos de la auténtica emoción que bulle en el interior interfiere también con la habilidad de expresarse verbalmente con coherencia y convicción.

SEGUNDA CAUSA: CULPA O VERGÜENZA
Culpa y vergüenza no son lo mismo. La culpa es la segunda emoción que puede revelar una mentira. Porque la culpa hace que cambie el sonido de nuestra voz. Y si bien la expresión facial es de tristeza, se evita el contacto visual y la cabeza suele girar en sentido opuesto al del interlocutor o colocarse en ángulo al mismo fin. La culpa es un sentimiento que suele torturar a quien lo padece a punto de volverse intolerable y conducir a una confesión. En cambio, las personas que se sienten avergonzadas no tienden a confesar.

TERCERA CAUSA: PURO PLACER.
Denominada por Paul Ekman “Duping delight” el placer de mentir suele resultar un efecto boomerang que delata al mentiroso. La excitación de estar asumiendo el riesgo de que la mentira se descubra y la satisfacción experimentada al imaginar que la maniobra funciona terminan por traicionar al mentiroso hasta entonces exitoso ya que las señales tanto de placer como de desprecio se filtran en el lenguaje facial o corporal. Cabe aclarar que no siempre las filtraciones se traducen en microexpresiones. Las microexpresiones son una de las formas posibles de filtración, por lo que debe observarse el conjunto del lenguaje corporal, así como también la voz y hasta los giros verbales utilizados.



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